El mercado del audiovisual catalán

Rodaje de la película Solo química. © Rodar y Rodar.

¿Tiene sentido hablar hoy de un mercado audiovisual catalán? El ecosistema audiovisual de Cataluña atraviesa una grave crisis. Los profesionales del sector, directores, productores, guionistas e instituciones reflexionan sobre las causas que nos han traído hasta aquí y las posibles soluciones que ven.

La producción audiovisual en Cataluña ha tenido durante muchos años un motor: TV3. La crisis de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) ha obligado a las productoras a repensar el negocio y buscar nuevos mercados. Con unos presupuestos reducidos drásticamente en los últimos años, la producción propia se ha encallado.

Mientras que en España y en el resto del mundo crece, y mucho, la producción audiovisual, en Cataluña se encuentra bajo mínimos históricos. La tasa del audiovisual se encuentra suspensa y es incierto que se pueda recuperar. Para el cine catalán, y especialmente el producido en catalán, existe un problema añadido de distribución y exhibición.

Hacer cine en catalán era un valor en sí mismo para la generación de Bellmunt, Ventura Pons o Antoni Ribas. En cambio, en las últimas hornadas de cineastas formadas en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), este valor a menudo está ausente. Además, en España hay reticencia a ver cine en catalán. El procés no ha ayudado.

En este sentido, la red de festivales de cine, bajo el paraguas de la asociación Catalunya Film Festival, es un bastión de resistencia para el cine en catalán y una alternativa a la exhibición puramente comercial. La entrada de Netflix y HBO en el mercado español ha dejado el catalán al margen, pero seguramente también generará nuevas oportunidades y dinámicas que aún no podemos evaluar.

Un país sin producción propia no tiene relato. Se tiene que fomentar la producción autóctona. La pregunta es cómo hacerlo. ¿Qué ha pasado en estos últimos años y que tenemos que hacer a partir de ahora? ¿Se deben definir los requisitos de una producción para ser considerada catalana y, por lo tanto, subvencionable? ¿Sería conveniente que la producción cinematográfica desgravara fiscalmente?

Retrato de Carmen Abarca

Carmen Abarca. Presidenta de Guionistes Associats de Catalunya (GAC).

La solución pasa por aumentar la inversión pública, una cuestión de voluntad política. No se trata solo de recuperar la tasa de las operadoras, o de favorecer fiscalmente a la producción, sino de tener claro que la cultura audiovisual tiene que tener una partida presupuestaria digna. Hay países europeos muy pequeños y con lenguas minoritarias que exportan sus productos a todo el mundo apostando por la originalidad y la creatividad. La lengua original de una producción no es ningún impedimento para llegar a un público global. Las plataformas de pago han demostrado que las buenas historias triunfan en todas partes; por lo tanto, hay que fomentar el hecho distintivo de nuestra cultura. Además del aumento de la inversión privada y pública, se tiene que cambiar radicalmente el modelo de producción. No se trata de competir en presupuesto con las superproducciones internacionales, sino de apostar por la creatividad de un plantel de profesionales y creadores con mucha experiencia y del talento joven emergente, formado en nuestras universidades y a las escuelas de cine y de guion. Los creadores son la pieza fundamental y hay que apostar por contenidos audiovisuales propios de calidad si queremos convertirnos en un referente.

Retrat d'Isona Passola

Isona Passola. Presidenta de la Academia del Cine Catalán. Guionista, directora y productora audiovisual de Massa d’Or Produccions.

El Gobierno ha dejado caer TV3, justo en el momento en el que en Madrid se produce más que nunca porque se han instalado allí plataformas como Netflix o HBO. Se ha producido una migración masiva de profesionales a Madrid y por el camino hemos perdido presencia del catalán, que ha quedado reducido a proyectos muy pequeños, llenos de voluntarismo o impulsados por jóvenes alumnos. Con la tasa del audiovisual impugnada y el presupuesto de la Generalitat prorrogado, estamos perdiendo el relato, justo ahora que el 71 % de los jóvenes catalanes consume audiovisuales cada noche y no los estamos atendiendo. En otros países europeos se subvenciona y protege mucho la producción propia; por ejemplo, en Francia, si haces una película en francés, te cubren el 50 % de la producción. Aquí haría falta que el Gobierno, desde Presidencia, diera una inyección a TV3 para dar un impulso a la ficción en catalán —no se puede vender una serie afuera si no se cuenta de entrada con un impulso desde TV3—. La última vez que he llevado un proyecto a TVE, que también es una empresa pública y tendría que velar por el catalán, me han dicho que lo tendría que hacer en castellano porque TV3 no aportaba suficiente. También desde Política Lingüística se tendría que ayudar a los productores con ambición comercial de rodar en catalán.

Retrat d'Agustí Esteve

Agustí Esteve. Director de la productora El Terrat.

La gran crisis del sistema audiovisual catalán no es reciente, empezó a partir de 2013 y hasta 2016. La superación de la crisis coincidió con la aparición de nuevas plataformas, de nuevas empresas, y provocó que el mercado interno catalán cambiara completamente. Ahora, creo que hablar de mercado catalán está obsoleto, el mercado audiovisual ya no tiene paredes y eso ha comportado nuevas salidas para las productoras. Hay más posibilidades, pero también es verdad que hay más empresas que compiten. La crisis de la CCMA nos ha espoleado a buscar nuevos clientes, y esto es bueno porque hace que no nos conformemos.

En los últimos diez años ha habido una verdadera revolución en el ámbito de la tecnología y en las posibilidades de consumir y generar contenidos. Todo el mundo puede generar contenidos. Lo que diferencia unos contenidos de otros es el talento y la calidad, pero cualquiera de nosotros los puede generar y, además, cualquiera de nosotros puede acceder a ellos desde un simple teléfono. La democratización ha sido brutal y, desde mi punto de vista, eso es positivo para la profundización en la calidad democrática de las sociedades. Ahora podemos elegir más entre más cosas y consumirlas cómo y cuando queramos.

No tengo ninguna fórmula mágica, pero creo mucho en la singularización, en el hecho de ser diferente, aportar valor añadido, ser auténtico y hacer lo que sabes hacer, porque tu personalidad es única. Tener ilusión y talento y, en función del encargo o del proyecto que se haga, disponer de los recursos necesarios, porque es indiscutible que una parte de la diferencia viene dada por la calidad.

Retrat de Joaquim Oristrell

Joaquim Oristrell. Guionista y director de cine.

Cataluña vive una situación políticamente complicada, que de rebote afecta a la cultura. TV3, como todas las emisoras públicas, se abastece de nuestros impuestos, pero vemos que ha dejado de ser una prioridad de nuestros políticos, que se abocan en otras inversiones. El audiovisual ha perdido empuje. Muchos hemos tenido que ir a trabajar a Madrid por falta de trabajo en Barcelona. La gente que todavía trabaja aquí con presupuestos muy inferiores, lo hace con vocación, voluntad y heroísmo. La situación que vivimos no se arreglará hasta que no aclaremos hacia dónde se decanta el conflicto político actual. Yo no soy utópico, sino más bien posibilista, y creo que la política se tiene que hacer con el jefe, no con el coro. El audiovisual en Cataluña no remontará hasta que tengamos estabilidad política. Los productores y creadores catalanes ya han demostrado que pueden ofrecer propuestas de calidad con unos presupuestos migrados. Merlí, Pulseras rojas o Noche y día, que se han exportado, son ejemplos del talento del país. Para hacer aflorar este talento local necesitamos más recursos y un presupuesto digno. Desgraciadamente, los políticos priorizan demasiado a menudo inversiones más vistosas y se olvidan de la cultura y la educación, que tendrían que estar más atendidas.

Retrato de Raimon Masllorens

Raimon Masllorens. Presidente de Productores Audiovisuales Federados (PROA). Director ejecutivo de la productora Brutal Media.

En los últimos ocho años TV3 ha dado un bajón espectacular y el Gobierno continúa mirando hacia otro lado. A la desgracia de la tasa audiovisual, se suma el recorte del presupuesto de Cultura, que ha bajado hasta límites insospechados. Vivimos en un mundo más audiovisual que nunca, se produce más que nunca, y por eso nos hace falta una política clara para el sector. Desde PROA pedimos al Gobierno que despliegue esta política, para poder definir un plan y después buscar los recursos necesarios para llevarlo a cabo.

Se debería tener un proyecto muy definido, que no tendría que pasar simplemente por fortalecer TV3. Hay que tener en cuenta que el futuro será digital cada vez más. Por lo tanto, deberíamos disponer de una plataforma —que podría ser público-privada y que fuera más allá de TV3 a la carta—, donde el usuario pudiera ver programas emitidos por la Televisión de Cataluña, pero también contenidos de productoras privadas, que necesitan y merecen apoyo público si queremos que generen propuestas de calidad. Sin un tejido audiovisual fuerte es muy difícil construir un relato de país.

Retrat de Neus Ballús

Neus Ballús Directora. Guionista y productora audiovisual.

Aquellos que financian o subvencionan el audiovisual tienen que valorar que hay una serie de producciones que nos interpelan a hacernos preguntas, generan relato e identidad. Hay realidades que, si no las representamos nosotros, no lo hará nadie.

Es muy importante que cada entorno, con su identidad cultural, tenga la posibilidad de expresarse, pero existen unas condiciones industriales que están generando un cambio de modelo nada propicio a hacer audiovisuales en catalán o arraigados al territorio. Eso nos ha obligado a participar en coproducciones internacionales, que puede ser un estímulo para hacer cosas muy universales. Es importante que las producciones arraigadas al territorio puedan viajar sin que eso las obligue a pasar por la uniformización. TV3 tendría que participar de esta prioridad.

El cambio de modelo, que viene dado por la irrupción de las plataformas, es internacional. Cambia el modelo de consumo, que nos obliga a repensar la función de las salas de cine y el papel de la televisión. Hay que dar valor a la experiencia compartida de ir al cine, que es diferente a la de sentarse en el sofá de casa ante la tele; se tiene que enseñar a las nuevas generaciones (no es el mismo ver una pintura en un catálogo que ir al museo a ver una obra de arte), de forma que se preserve el carácter social que ha tenido el cine. Plataformas como Netflix o HBO han sustituido el videoclub, pero no pueden suplantar el trabajo de cineclubes o festivales. Como cineasta, pienso que hay fases en la vida de una película que se me escapan. Ya es bastante doloroso ver que la gente no va al cine, pero es que tampoco tenemos el control de cómo se consume ni cómo se exhibe nuestra película.

Retrat de Marta Lladó

Marta Lladó. Gerente de Catalunya Film Festivals.

A pesar de la crisis, el público de los festivales aumenta cada año. Los espectadores viven experiencias exclusivas, únicas y colectivas. La ocupación de las salas llega al 77 % en los festivales, hay sold out y la asistencia aumenta un 30 % anualmente. Cerca del 50 % del cine en catalán se consume en los festivales de cine, que son una pieza clave e indiscutible del sector cinematográfico en nuestro país. Trabajamos con varios agentes de la industria (productores, exhibidores, distribuidores…) en la difusión de un cine diverso, plural y creativo, la creación de públicos, la sensibilización en determinadas temáticas y valores, el fomento de espacios de encuentro y networking del sector. Nacen proyectos vinculados a festivales surgidos en Barcelona, que han comportado la exportación de programaciones y el know-how local y han propiciado la creación de distribuidoras. Los festivales educan la mirada del espectador, fomentan la internacionalización, y tienen impacto cultural y económico. Hay que reivindicarlos como espacios imprescindibles para el encuentro entre profesionales, la circulación de las obras y su comercialización.

Retrat d'Enric Gomà

Enric Gomà. Guionista

Hay que invertir más en el guion, tenerlo terminado antes de elegir qué película se producirá. Las decisiones, por lo tanto, se tendrían que tomar a partir de guiones acabados y no a partir de una idea. Un guion es un documento de 110 páginas muy estructuradas, con todos los matices; se tienen que encargar más y, en todo caso, pagar un importe diferente si finalmente se produce o no. La dirección tiene que entrar más tarde en el proceso, y el guionista puede ayudar, pero para ser una producción potente tiene que partir de un buen guion.

El cine español, en los últimos cuarenta años, ha vivido un boom: Almodóvar, Erice, Amenábar, etc. Pasó del desprecio a una gran admiración y a producir fenómenos comerciales. Y el cine catalán lo ha conseguido solo con Pan negro o Verano 1993. El cine español tiene una historia de éxito que el catalán todavía no ha logrado, en parte por problemas de exhibición, en parte por falta de un ecosistema mediático propio. Tenemos un banco de actores de primera línea, que trabajan con precios suficientemente ajustados, pero no son estrellas. Faltan actores estrella que puedan atraer al público a los cines.

Retrat de Lluís Alcarazo

Lluís Arcarazo. Escritor y guionista. Mediapro Studio.

Hace diez años entramos en una crisis general, que en el caso del audiovisual catalán fue grave, puesto que TV3 sufrió graves problemas de financiación y todo se resintió. Después, en los últimos años han surgido plataformas, como Netflix o Movistar, que han multiplicado la cantidad de productos audiovisuales y han cambiado el panorama. Hemos pasado de una situación complicada a un momento muy bueno. Pero bajo esta bonanza actual se esconde un empeoramiento de las condiciones laborales; se cobra menos que hace diez años por el mismo trabajo, pero se ha ampliado el abanico temático y de estilo a la hora de explicar.

En cuanto a la relación Barcelona-Madrid, la capital catalana ha perdido comba por los motivos que he dicho, puesto que gran parte de la producción se hace a Madrid y las grandes productoras se han instalado allí. No obstante, Mediapro Studio produce a la vez 34 series en todo el mundo, y muchas hallan su espacio en Europa a través de Netflix.

Las producciones como Merlí o Noche y día han sido compradas gracias a las plataformas digitales, que juegan en dos ámbitos: series internacionales y productos locales; el nivel técnico de producción es muy elevado, hay buenos montadores y buenos directores de fotografía. En este sentido, hemos dado un salto adelante en contenidos y en calidad. Hace diez años era difícil exportar, pero ahora las series ya se conciben para un público que va más allá del local. Ahora, TV3 está haciendo producción con plataformas, como es el caso de Noche y día, que compró Netflix. El estreno se lo queda TV3, pero después ya pasa a las plataformas internacionales.

Retrat d'Oriol Sala-Patau

Oriol Sala-Patau. Productor ejecutivo. Jefe de Ficción y Cine de Televisión de Cataluña.

Hacen falta dinero y voluntad política para revertir el estancamiento en el que nos encontramos ahora mismo en la producción de series y películas en catalán. Un presupuesto adecuado, que compensara la caída de la tasa audiovisual, nos tendría que permitir producir cada año un mínimo de tres series para nuestro prime time. Las tres últimas emitidas por TV3 (Bienvenidos a la familia, Si no te hubiera conocido y Las del hockey) han sido adquiridas sobre proyecto por Netflix. La coproducción con esta plataforma es un éxito de país que ha permitido situar el catalán en el mundo y dar también visibilidad al talento de guionistas, directores y actores catalanes. También fortalecemos la apuesta por la telenovela de la tarde, con un plantel de talento actoral que después ayuda a llenar los teatros cuando estos actores suben al escenario. Y en el ámbito del cine, cuesta financiar películas en catalán, sobre todo si coproduces con otras cadenas del estado, pero continuamos priorizando productos de envergadura como Incierta gloria y otros más pequeños, como Verano 1993 o Los días que vendrán, que viajan bien por el mundo aunque no siempre tengan un gran recorrido comercial.

Retrat de Joan Burdeus

Joan Burdeus. Crítico de cine y televisión.

Hay un problema que podríamos denominar síndrome ESCAC. La mayoría de escuelas de cine y televisión catalanas, como pasa en España, están absolutamente secuestradas por una concepción americana del cine, que nos convierte en productores de películas de Hollywood de serie B, en las que los diálogos parecen salidos del traductor de Google.

La solución no es especialmente mágica: hacer más series y más buenas en catalán. Aunque siempre existirá un mercado planetario de blockbusters, la producción local tiene una ventaja competitiva imborrable: es la única que puede estar concebida desde el comienzo hasta el final para hablarte de tu mundo. La mafia del puerto de Baltimore es fascinante, pero la del puerto de Barcelona —orgullosos adalides en el consumo europeo de cocaína como somos—, no tiene nada que envidiar y tendríamos que poder hablar de ella mejor que nadie.

Las series son la conversación cultural por excelencia, el mejor vehículo para la cultura compartida, el cemento social que nos permite hablar de algo más que de política y fútbol con familiares, amigos y compañeros de trabajo. El problema de las series es que son caras, está claro, pero solo lo son en la medida en que no forman parte de tus prioridades como país.

Retrat de Miquel Curanta i Girona

Miquel Curanta i Girona. Director del Instituto Catalán de las Empresas Culturales (ICEC).

Hemos vivido una triple crisis: económica, política y de modelo. La crisis económica provocó una caída de recaudación y de presupuestos, que a su vez obligó a plantear una tasa audiovisual. En 2017 el Tribunal Constitucional tumbó esta tasa y provocó una crisis política, que se sumó a la crisis de modelo de negocio y consumo a raíz de la irrupción de Netflix y otras plataformas OTT (over the top, plataformas digitales bajo demanda), que se implantan con fuerza en Europa y dejan descolocados a la industria y los creadores de aquí, que ya no controlan tanto cómo se consumen sus obras. El público ve menos cine en las salas y más series a través de estos nuevos medios, que buscan lugar donde producir en el estado español.

Ante esta evolución, hay que hacer valer el talento que tenemos para atraer estas plataformas, a la vez que se tienen que armonizar los incentivos fiscales para rodajes —como las Canarias o Navarra— y equipararlos a los países europeos, que tienen un buen tax rebate (bonificaciones). Además, es importante poner en valor el alto nivel que tenemos en animación, en documental o en empresas de servicios.

Ante esto, ¿qué soluciones tenemos? Tenemos que reactivar el plan estratégico del audiovisual. Nos urge aprobar unos nuevos presupuestos en el Parlamento, que nos permitirían compensar los 16 millones de euros perdidos de la tasa audiovisual. Para poder atraer las OTT, hay que incentivarlas desde el punto de vista fiscal para que rueden aquí; Cataluña tiene una manera propia de hacer cine que podría ser una aportación interesante para estas plataformas. Y tenemos que hacer lo posible para que aumente la actividad de las productoras catalanas, aquí mismo, para recuperar el músculo industrial.

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