¿Quién dijo qué y cuándo lo dijo? Fue durante el franquismo o fue durante la democracia. El público tiene que levantar una mano o la otra según cuando piense que se ha dicho la frase en cuestión. Y las manos bailan. Y las manos no lo aciertan. ¿Culpa de la falta de memoria histórica? Quizás otro día, pero no en el Auditori Sant Martí en la primera noche del quinto circuito Barcelona Distrite Cultural, porque la media de edad era alta. Y más de un espectador seguro que había vivido aquello de lo que desde el escenario se hablaba. No, en el Auditori Sant Martí no faltaba memoria histórica. Pero es que en muchas de las frases que los actores de José y sus hermanas recuperaron, el pasado, el presente (y quien sabe si el futuro) se confunden, se superponen, se pisan, y uno se da cuenta no solo de aquello de que todo lo que pasó puede volver a pasar sino también de que todo nuestro pasado es lo que está determinando nuestro presente y marcará nuestro futuro.

Los bancos regalan sandwicheras y chorizos es un espectáculo necesario, un espectáculo que mira con unos ojos nuevos, no contaminados por recuerdos ni por rencores ni por dolores, nuestro pasado: aquellos 40 años de franquismo que, como los actores muy bien dicen, son un cáncer al que nadie  puede sobrevivir sin haber quedado maltratado. Y de esto trata el espectáculo de encontrar los defectos que todos llevamos de origen, aquellos de los que nos es casi imposible sustraernos y que nos encorsetan a través de las palabras que decimos sin pensar muy bien en qué significan, de los edificios que pisamos sin acabar de habitarlos o de las canciones que cantamos sin paranos a pensar qué dicen o si tienen o no tienen razón: ¿qué cantaba Cecilia "esta España mía, esta España nuestra" o "esta España viva, esta España muerta"?

Los espectadores que se reunieron en el Auditori Sant Martín, más de 300, acabaron premiando con una larga ovación a los actores de José y sus hermanas que durante cerca de 90 minutos les habían explicado que, quizás, la tumba de Franco se esconda bajo sus pies, que quizás debajo de ellos está la de García Lorca y la de los muertos de uno y del otro bando y que, quizás también, alguien los conserva en un estado vegetativo por sí en uno algún momento España los vuelve a necesitar. Y las palabras resuenan a ayer, a hoy y a mañana.