Xarim Aresté es una de las voces más personales del panorama musical catalán, una voz que viaja de isla en isla buscando personales territorios de poesía. El músico de Flix nos presentará en tres escenarios del Barcelona Districte Cultural los temas de su último disco, Polinèsies.

-¿Por qué el título de Polinèsies? ¿Has viajado a estas islas?
-Nunca he ido. Para mí sólo es un paisaje mental. Polinesia significa "muchas islas". Lo he utilizado en plural como símbolo de los infinitos pensamientos que tenemos. De las infinitas interpretaciones que hacemos de los contados fenómenos que vivimos. Me ayuda a explicar las mil caras que compruebo en mí, dentro del todo íntegro que trato de ser, supongo.

-C¿ómo fue el proceso de creación de este disco? ¿Primero nacen las letras o las músicas?
-Cómo en la vida, primero es el instinto o la emoción, a veces me cuesta diferenciar una de la otra. Después ya viene la idea. Pero cuando entra la cabeza es peligrosa. La cabeza tiende a fragmentar y a desvirtuar. Yo trato sólo de proteger la sensación primera y ver dónde me lleva. Y de nuevo como la vida, en el arte, lo más valiente es lo que más verdad expresa. Esta es la parte más difícil. Decir y hacer cosas que sean verdad para un mismo.

-Tus letras son muy poéticas y cada uno puede encontrar en ellas un mensaje diferente... ¿es esta la intención?
-Diría que esta es la intención de la poesía misma. La alquimia de la palabra. La palabra y la luz son los pilares de nuestra experiencia y funcionan de manera similar. Un rayo de luz se transforma en incontables colores para nosotros y cada cual responde distinto porque cada cual está en un proceso diferente en la misma rueda y así un solo rayo de luz tiene al final millones de miradas diferentes, todas relativas pero incorporadas en un solo rayo.

-¿Tu disco te sitúa ideológicamente en algún lugar?
-Todo aquello que hacemos o decimos o tocamos deja un mensaje y nos sitúa y creo que para expresarnos no necesitamos saber exactamente qué queremos decir. A menudo es la mera expresión lo que nos hace tomar conciencia de aquello que queremos expresar. En un disco el mensaje cambia como el viento pues las canciones, según qué le pase a tu vida, te pueden hacer experimentar algo distinto por la tarde que por la noche. Haciendo este disco he aprendido que aquello que pensamos es como el proyector que hace que la vida sea cómo es. O sea que si cambias el pensar, cambias el ser y cambias toda la película.

-Tu música tiene un sello inconfundible... ¿Cómo la describirías?
- Yo hago canciones y después toco la guitarra y las canto. Procuro hacerlas de una manera que me dejen nadar un poco hacia sus adentros. Si todavía hago esto es porque estoy enganchado a la energía del no saber qué pasará. Me gusta hacer cosas que no he sabido hacer antes si es que antes he sabido hacer algo.

-Blues, músicas norteamericanas de raíz, inspiración mediterránea y un punto oriental... ¿bebes de todas partes?
-Bebo incluso de cosas que no bebería ni que me apuntaran con un fusil.

-¿Qué queda en la música actual del Xarim Aresté de los Very Pomelo?
- Quedan un puñado de cosas. Queda Ricard Sohn, que no ha dejado de ser nunca mi mano derecha, pierna izquierda, pecho o cómo lo quieras llamar... quedan algunas canciones de las que no me he sabido todavía desprender y, como mínimo, queda pendiente una borrachera.