Xarim Aresté le gusta explicar de qué hablan sus canciones. Pero lo hacen de tantas cosas que Xarim Aresté se pone a charlar y no tiene más remedio que ir de una cosa a otra y de esta a una tercera antes de volver al punto de partida. Y busca las diferencias entre amor y dependencia. Y trata de averiguar si hay alguna canción que no hable de amor. Y dice lo que piensa sobre la política y sobre los políticos. Y explica quién fue su abuelo y cómo fue su vida y por qué él ni puede ni quiere olvidarla. Xarim Aresté charla. Y se explica. Y explica sus canciones. Y después las canta. Y si el público parece contento con sus explicaciones, todavía parece mucho más feliz cuando canta y cuando hace sonar su guitarra y cuando su banda le acompaña. Porque Xarim Aresté canta bien. Muy bien. Y su banda suena perfectamente conjuntada. Así que el público que el primer día del cuarto circuito del Barcelona Districte Cultural se acercó al escenario del Centro Cultural Albareda se lo pasó bien, muy bien, saboreando las canciones de sus dos últimos discos, Polinèsies y Groc. Canciones que si transpiran poesía en sus letras, demuestran fuerza en sus melodías; canciones que a veces se pierden en la contundencia del rock, a veces se pasean por las melodías de jazz y otras se dejan mimar por temas más cercanos a una balada.

Xarim Aresté y sus músicos (Miquel Sospedra, al bajo; Ermengol Mayol, a la batería: y Ricard Sohn, a los teclados) hicieron disfrutar de lo lindo al público que se reunió el viernes en el CC Albareda, público que se sabía sus letras y bailaba sus músicas. Público que se dejó a atrapar por los muchos colores de su poesía.