Formaciones de calle

Cuando se recuperó la calle como espacio lúdico y festivo, después de la larga dictadura franquista, se concentró mucha actividad festiva que renovaba y daba un nuevo sentido y una nueva ritualidad a las celebraciones. Pasacalles, grupos de animación, séquitos, etc., en que el elemento musical es muy importante, ocupan ahora buena parte de las programaciones de las fiestas mayores. Toma importancia la gralla, instrumento de calle por excelencia y que se había mantenido vivo en las comarcas del Camp de Tarragona, el Garraf y el Penedès, sin duda por su vinculación con el mundo casteller. Al mismo tiempo, empiezan a nacer formaciones de grallers que acompañan a los gigantes, las bestias, los bailes populares, etc.

En la Barcelona de finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo XX, la gralla también ocupa su lugar y se empiezan a crear grupos. Algunos, como los del barrio de Gràcia, se miran al espejo con el funcionamiento de Sitges y crean la Escola de Grallers i Timbalers de Gràcia.

Con el tiempo y la formación de nuevos músicos —cabe destacar el papel del Aula de Música Tradicional i Popular—, las formaciones han ampliado los repertorios y los instrumentistas han adquirido calidad y han diversificado los instrumentos. Actualmente la gralla, aunque continúa siendo el instrumento mayoritario, comparte espacio con sacs de gemecs, flabiols, tarotes, tiples, tenoras, fiscornos, etc. 

 

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