“Un museo debe tener la capacidad de activar líneas políticas y sociales a través de sus contenidos”

Imma Prieto

© Eugènia Güell

Imma Prieto (Vilafranca del Penedès, 1975) ha iniciado su etapa al frente de la Fundació Tàpies igual que cuando la nombraron directora de Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani, en Palma: con un montón de ideas para repensar la institución y un plan meticulosamente detallado para su ejecución. Curadora, investigadora y escritora, su trayectoria la ha llevado a comisariar múltiples muestras internacionales y nacionales en espacios como el MACBA y la Fundació Miró, en Barcelona; el TEMP Art Space, en Nueva York; o el MUCA Roma, en Ciudad de México.

Cuando Imma Prieto aterrizó en Es Baluard en 2019, el museo vivió una transformación radical: lo que empezó por un cambio de imagen gráfica y obras en el edificio culminó en el reconocimiento de este centro de arte de Mallorca como un espacio de referencia en el ecosistema del arte contemporáneo. Ahora, Prieto regresa a Cataluña después de haber ganado por unanimidad el concurso internacional para liderar la Fundació Antoni Tàpies, una institución huérfana de dirección desde 2020.

Recién llegada a la Tàpies, ¿cuáles son los primeros retos que identificas?

Basta con salir fuera y mirar cómo pasa la gente por delante del edificio. La mayoría no sabe lo que es la Fundació Tàpies. Debemos reconocer que la figura de Tàpies se ha desdibujado del ideario actual, sobre todo si nos fijamos en las nuevas generaciones. Pero también se ha diluido a escala internacional. Quizás en Cataluña sabemos quién es Antoni Tàpies, pero mucha gente no lo conoce fuera de Cataluña y, menos aún, si vamos al extranjero. Entonces, es necesaria una labor interna de trabajo sobre Tàpies que se traduzca en la programación, pero desde fuera también hay una tarea relativamente fácil que puedo desempeñar. Puedo decir lo que somos. Es decir, un museo. Tan solo con que comunicásemos la idea de “Museo de Arte Antoni Tàpies”, ya cambiaría. La idea de fundación tenemos que mantenerla, pero en nuestros estatutos pone “Museu Fundació Antoni Tàpies”. ¡Somos un museo!

Lo primero que hiciste cuando fuiste nombrada directora de Es Baluard fue cambiar toda su imagen gráfica. ¿En la Tàpies, es necesario este trabajo?

La comunicación, la imagen gráfica o la señalética son partes de la identidad de un museo. ¡Y es crucial preguntarse cuál es tu identidad como museo! El caso de Es Baluard es muy diferente al de la Tàpies, porque estamos hablando de un centro de arte moderno y contemporáneo y ahora nos encontramos en un museo nominativo, que es la Fundació Tàpies. En Es Baluard, la imagen gráfica estaba totalmente desdibujada y en la Tàpies también hay que trabajar en este sentido, pero no de la misma manera. No es un cambio tan radical, pero se necesitan cambios, porque estamos en un sistema urbano muy contaminado de estímulos visuales. Sales a la calle y hay un hotel a un lado y un Zara al otro. Carteles y más carteles por doquier. ¿Cómo podemos destacar en medio de todo esto? Es necesario un análisis para conseguir que la gente que no sabe nada de Tàpies, cuando pase por delante, sepa qué somos. Y que la gente que sabe lo que somos sepa lo que estamos haciendo. En estos momentos, la entrada a la Fundació no permite ver más allá de la tienda. Cuando entras, topas con una pared.

Entonces, ¿hay que hacer obras también?

Sí. No obstante, estamos hablando de un plan director que tiene actuaciones a corto, medio y largo plazo. Esto, desgraciadamente, se traduce en unos presupuestos, que es en lo que estoy trabajando ahora. Debe levantarse un fondo que sirva no solo para llevar a cabo unos contenidos expositivos, de actividades y programas públicos, sino que también se traduzca en cambios en la infraestructura del museo.

¿Qué cambios vivirá la Tàpies desde dentro?

Hace años que la Tàpies se identifica con una serie de parámetros a transformar. Para mí, lo importante no es excluir, sino incluir, y aquí debo incluir el presente. El pasado ya está en la Tàpies, porque somos un museo y trabajamos con un legado, y ahora debemos fortalecer el pasado para poder enunciarnos desde el presente. Todo esto se traduce en una reorganización del equipo, que es un cambio poco visible pero igual de relevante. La arquitectura institucional de la Tàpies, a partir de ahora, se estructurará con una línea del tiempo.

¿Qué quieres decir?

Dentro del museo, veo tres ámbitos muy claros. Están los relativos al pasado o a la memoria, en los que entra toda la gestión de la colección Tàpies, pero también la biblioteca, los archivos y las publicaciones. Saber qué somos y desde dónde hablamos es crucial, porque nos otorga la identidad. Somos un museo nominativo que se encuentra en un edificio modernista que antes era una editorial. Esto ya nos da pistas y nos permite diferenciarnos en el ecosistema barcelonés. Aquí, en Barcelona, existen instituciones de todo tipo y es importante no repetirnos. Es algo que yo no quiero hacer; debemos tener una identidad y unas líneas de acción propias y claras. Por tanto, los equipos de colección, de publicaciones, la biblioteca y el archivo forman parte de esta área del museo que habla del pasado.

¿Y quién habla del presente?

Si hablamos del presente, quiero llevar a cabo una reflexión en torno al concepto imagen y a la crítica, el debate y el diálogo. El área del presente son las exposiciones —las que no son de la colección, sino de artistas contemporáneos—, los equipos de educación y los de programas públicos. Y, por último, el tercer ámbito tiene que ver con el futuro y la capacidad de crear nuevos imaginarios. Los equipos de dirección, gerencia, comunicación y mantenimiento nos ponemos al servicio del pasado y del presente, y todos juntos damos forma al futuro. Este es el nuevo organigrama.

Pones al equipo de mantenimiento junto a gerencia o dirección.

¡Es que es básico! Que las escaleras estén limpias, que las luces funcionen bien. Como el departamento de comunicación, que está al servicio de todos los demás equipos, el mantenimiento impacta en todas las áreas. Un director sin equipo no puede hacer nada, por muchas ideas que tenga. Pero un equipo sin dirección tampoco puede hacer nada, porque la dirección marca unas líneas de fuerza. Yo he llegado y me encuentro con el centenario, que se celebra este 2024, y para que sea una celebración como es debido son necesarias unas líneas de actuación.

¿Cómo abordas el centenario?

Ante todo, cuestionándomelo. ¿Para qué quiero el centenario? Pues para hablar del futuro. Tàpies es más vigente hoy que en su época. Muchos de sus procesos e intereses, sin la etiqueta que le hemos otorgado desde el presente, son actuales. Son caminos que él abrió, como las reflexiones sobre el reciclaje, la materia y el medio ambiente. La reutilización de los materiales es más vigente que nunca. Y también tenemos la parte iconográfica, que pasa por la reescritura de la historia. Quiero cuestionar la historiografía. Soy historiadora, pero creo que a veces etiquetamos demasiado a los artistas y, sin querer, los ahogamos. Si queremos contemporanizar, debemos etiquetar menos. Tàpies es un gran artista universal. Hemos cometido un error al pensar en tridentes, al conectar los aniversarios de Miró, Picasso y Tàpies. Pero el cubismo es de 1905 y Tàpies viene mucho después. Es el gran artista de la segunda mitad del siglo xx.

¿Qué etiquetas ahogan a Tàpies?

Quizá su gran humanismo, un humanismo mal entendido. A Tàpies le interesaban la astronomía, la ciencia, la economía, pero en él también existe una preocupación profunda sobre el tiempo que está viviendo, en un nivel político o social; ¡su humanismo es crítico! Luego está la cuestión de cómo se ha interpretado su pintura. Yo ahora estoy leyendo textos que ha escrito gente sobre el arte de Tàpies y siempre se repiten lugares comunes, que no digo que no sean válidos, pero no son los únicos. Hablan de él solo desde una mirada amable, e ignoran su vertiente más crítica.

¿Cómo podemos abandonar esta idea preconcebida que tenemos de él?

Para reubicar a Tàpies he creado cuatro entes que ayudarán a profundizar en su figura y darlo a conocer de una forma más poliédrica. En primer lugar, he impulsado la creación de la Cátedra Antoni Tàpies en la Universidad Pompeu Fabra, para que los estudiantes vuelvan a hacer tesis sobre Tàpies, pero desde el presente, ¡lejos de las lecturas informalistas que se han hecho siempre! Debemos repensar el mundo desde Tàpies y entender su legado como una acción ensayística. Además, estamos trabajando para crear un premio internacional de investigación de carácter postdoctoral. Con esto, espero poner a Tàpies en el centro de los debates internacionales sobre crítica, sobre imagen, sobre el tiempo. El arte difícilmente es autorreferencial, o al menos, a mí, ese aspecto del arte me interesa poco. El arte es una forma de entender el mundo. Y Tàpies nos lo ha puesto muy fácil, porque él también lo veía así. Incluso en las obras en las que él aparece, va mucho más allá, y siempre hace obras que son el reflejo de un tiempo y un espacio, de unos sufrimientos, de una fractura. La cátedra y el premio internacional potenciarán estas lecturas del artista en el ámbito académico. Pero también quiero que las nuevas generaciones piensen en Tàpies y, a su vez, potenciar la escritura crítica en las escuelas.

¿Y esto cómo se consigue?

Con la creación de un concurso destinado a alumnos de primaria, secundaria y bachillerato. No tengo nada en contra de la tecnología, pero hay un problema de escala mundial que es que cada vez no solo se escribe menos, sino que hay menos actitud crítica. Potenciaremos la crítica a través de la obra de Tàpies, con el objetivo de que sirva para pensar el mundo.

¿Qué es, para ti, la crítica?

Es un ejercicio de diálogo que nos obliga a salir de nosotros mismos. Hay un texto fabuloso de Oscar Wilde, de finales del siglo xix, en el que dos personajes hablan entre ellos sobre qué es la crítica y cuándo comienza. Uno le dice al otro que la crítica comienza con los griegos. Y el otro le responde que, en esa época, la prensa ni siquiera existía. Lo que sí existían son los diálogos de Platón. Y la crítica es esto. Un diálogo, una actitud que implica necesariamente salir de ti e interpelar al otro. Quiero recuperar el diálogo y el contacto con las nuevas generaciones a partir de este concurso en el que, al final, los mejores textos se publiquen en un libro que se pueda comprar. Y aquí, Tàpies, también nos lo pone fácil. Desde los años sesenta, en plena dictadura, dedicó grandes homenajes a los maestros y participó en revistas como Cavall Fort, que Vox amenazó en Valencia en pleno 2023. Este aspecto pedagógico, Tàpies lo tenía muy integrado.

Contamos con la cátedra, el premio internacional y el concurso de crítica para alumnos. Falta el cuarto elemento para repensar a Tàpies.

La última de estas líneas estables es la creación del Institut de les Derives Crítiques, que estará integrado por seis o siete investigadores locales y nacionales que nos encontraremos cuatro o cinco veces al año a puerta cerrada. Esto no quiere decir herméticamente, si alguien quiere venir, puede solicitarlo, pero no queremos la presión del público porque queremos poder equivocarnos. Ya tengo a gente confirmada, desde Manuel Borja-Villel hasta Xavier Bassas, pasando por Andrea Soto, Mabel Tapia… La idea es que [estos encuentros] estén grabados y plantear, en un futuro, editarlos y publicarlos.

Antes has mencionado que en la ciudad hay estímulos de todo tipo. También tenemos muchos museos. ¿Qué puede aportar la Tàpies al sistema museístico de Barcelona, que todavía no se haya dicho?

Nosotros debemos pensar desde el presente sin olvidar el legado. Por tanto, quiero que los artistas contemporáneos que programe encajen con el legado de Tàpies. Todas las exposiciones y actividades que no tengan que ver con Tàpies directamente partirán de un diálogo con él.

Fotografía de Imma Prieto © Eugènia Güell Retrato de Imma Prieto ©Eugènia Güell

¿Como cuáles?

Aquí nos encaja una exposición sobre Oriente, que son temas que interesaban a Tàpies. Y por eso programaremos a Chiharu Shiota, una artista japonesa contemporánea viva, que trabaja con temas como la memoria y utiliza símbolos como las sillas. El vínculo con Tàpies es incuestionable, y por eso le hemos pedido una site-specific que estará en la planta –2. Otro ejemplo de cómo vincular a artistas contemporáneos al relato de Tàpies es la instalación que colocaremos en la fachada en julio. Quiero explorar la polaridad de significados que tiene el edificio que alberga nuestra institución, y hacerlo desde un ejercicio crítico. No podemos negar que una parte del modernismo catalán se financió con el tráfico de esclavos y, por tanto, hemos pedido a Serge Attukwei Clottey, un artista de Ghana, que intervenga nuestra fachada. Sus obras de arte son intervenciones en espacios, los cubre con un mosaico amarillo elaborado con teselas de plástico que provienen de las garrafas amarillas en las que se almacenan el aceite y el agua en Accra, donde él vive. Es una reflexión sobre el medio ambiente y la migración, y comparte con Tàpies la reutilización de materiales que no consideraríamos nobles. Por eso me interesa que intervenga nuestro edificio convirtiéndolo en una piel porosa. ¡Aún no sabemos qué partes del edificio cubriremos! Estos artistas son un ejemplo de cómo, sin salir de Tàpies, puedo programar arte contemporáneo, pero también tenemos una deuda hacia la historia de llenar vacíos de artistas, sobre todo mujeres, que habíamos excluido. En esta línea, estamos trabajando para exponer la obra de Marta Palau, una artista catalana nacida en Lleida y exiliada en México en 1941, fallecida en agosto del 2022. Nunca regresó a Cataluña, pero, si ves sus obras, es imposible que no te recuerden al arte de Tàpies.

Todo esto solo es posible si los presupuestos lo permiten. ¿Qué priorizas a la hora de elaborarlos?

Hoy por hoy, el presupuesto de la Tàpies es insuficiente, pero no para mi programa, sino para cualquier persona que quiera repensar la institución de forma integral. Es importante saber en qué escala trabajamos. Nosotros somos una institución media, no somos el MNAC ni el MACBA, pero el presupuesto debe escalarse. Ahora mismo es insuficiente, tenemos el presupuesto de una institución pequeña y no lo somos. Por eso hace falta un diálogo con el patronato, para que conozca el nuevo proyecto. Luego están los recursos propios, que dependen de la taquilla, y otras actividades. Ahora tampoco son suficientes y es necesario mejorarlos. ¡Por eso también hace falta el cambio de imagen! Estoy en un sitio donde, en la esquina, tengo las colas de la Casa Batlló: compito con eso. Y, por último, también quiero fortalecer los patrocinios privados.

¿Podrías darme una definición de museo?

Te daré la del ICOM. Cuando buscaban la definición de museo, había dificultades para ponerse de acuerdo y chocaban dos visiones, una más conservadora y otra más contemporánea. Se ha podido avanzar en la lectura más contemporánea, y la definición de ahora surge de un acuerdo de 2022, en Praga. Dice que un museo es una institución permanente y sin ánimo de lucro que está al servicio de una sociedad y que investiga, colecciona, conserva, interpreta y exhibe el patrimonio material e inmaterial. También habla de la accesibilidad y la inclusión de un museo, de los criterios de diversidad y de sostenibilidad, y del servicio que ofrece a la ciudadanía, que debe servir para el disfrute, para el intercambio de conocimientos y para la educación.

Es una definición muy política.

Absolutamente. Política viene de polis, y polis es ‘ciudad’. Todo animal es político, y desde el momento en que asumimos que vivimos en sociedad, formamos parte de la política. Y un museo forma parte de ella, porque debe tener la capacidad de activar líneas políticas y sociales a través de sus contenidos. En nuestro caso, debemos hacer todo esto sin olvidar que somos un museo nominativo. Pero es lo que te digo: Tàpies todo esto ya lo hizo, a través de su arte y de sus escritos.

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