Barcelona Metropolis

La prisión Modelo de Barcelona cerró sus puertas el 8 de junio de 2017. Justo al día siguiente se habrían cumplido 113 años de su apertura. La evolución de este centro penitenciario corre paralela a la historia de la ciudad de Barcelona y a la evolución política, social y urbanística del país. Una pequeña pero muy significativa parte de lo que se vivió entre sus muros se recupera ahora en un cómic documental titulado Històries de la Model, con guion del periodista Jordi de Miguel, dibujos de la ilustradora Susanna Martin y editado por el Ayuntamiento de Barcelona.

Siguiendo un modelo de reportaje periodístico, este cómic de no ficción mezcla la cronología con las vivencias de personas que conocieron bien el recinto y que aportan la parte más humana y emotiva del relato. El guionista hace de hilo conductor y, libreta en mano, visita las viejas celdas con el historiador César Lorenzo. Como contrapunto, introduce la voz de cuatro hombres y mujeres que pasaron por la Modelo en diversas etapas y que narran las historias a las que hace referencia el título.

Uno de los aciertos del libro es la elección de estos testigos, que representan la variada tipología de presos que terminaron en el centro penitenciario. El abogado August Gil Matamala conoció la prisión de pequeño porque iba a ver a su padre, un republicano encarcelado en 1945. En el pequeño August nacerá un “antifranquismo incondicional” que canalizará militando clandestinamente en el PSUC y abriendo, más tarde, un bufete para trabajadores encarcelados. Le quedará grabado para siempre el olor de la prisión: “Olor a rancho, a sudor y a miedo”.

Gil Matamala permite hablar del exilio, de la lucha sindical, de los consejos de guerra o de las torturas, mientras que la historiadora Anna Sallés rememora las manifestaciones estudiantiles, las protestas de principios de los años sesenta y el papel de las mujeres represaliadas por el franquismo. La Modelo fue pensada para acoger a hombres, pero las vivencias de Sallés demuestran que no siempre fue así. Su estancia allí, mientras su compañero, el novelista Manuel Vázquez Montalbán, estaba en el módulo de hombres, permite evocar las “diferencias de clase impresionantes” que existían en función de la procedencia de las presas.

Por su parte, el testigo de Josep Ferrándiz, miembro clandestino del Partido Comunista de España (Internacional), revela otra parte de la historia: las despiadadas sesiones de tortura de la policía de Franco en la comisaría de Via Laietana. Irónicamente, pasar de ese espacio donde se actuaba sin ninguna garantía e ir a la Modelo fue, para Ferrándiz, “una paradójica suerte de liberación”, aunque en prisión “imperaba la impunidad”.