Hechizos contra la blanquitud del cubo

Visita a las reservas del Museu Etnològic durante la primavera de 2023 con la artista Agnes Essonti para escoger los objetos que utilizaría. © Rosa Lleó

Imaginen entrar en una exposición que, en lugar de apoyarse en la propia historia de su disciplina, se apoya en todas aquellas historias subversivas que han sido históricamente tratadas de superchería, brujería o encanto. Reencantamientos, la exposición que la curadora Rosa Lleó (The Green Parrot) ha comisariado para el Museu Etnològic i de Cultures del Món de Barcelona, puede ser nombrada con todo este tipo de descalificaciones. No se asusten, es intencionado. En ello reside la brillantez de la propuesta curatorial con la que Lleó ha estado trabajando durante el último año.

Hasta el 29 de septiembre, puede visitarse una muestra delicada y afiladamente política que abraza y reivindica el embrujo, el hechizo y, si se me permite, hasta la idiotez. La nueva exposición temporal del Etnològic reúne nueve propuestas artísticas enraizadas en las prácticas no-modernas del mundo, realizadas por Chenta Tsai Tseng, Domènec, Agnes Essonti, Regina de Miguel, Ruta de autor, Lydia Ourahmane, Patricia Domínguez, Chiara Camoni y Nikki Luna.

Continúo un poquito más con esto de la idiotez. La idiotez, en una definición normativa, es la cualidad del idiota; aquello que no tiene sentido, carente de sensatez, sin fundamento, ininteligible. Podríamos llevarnos las manos a la cabeza al pensar que es una crítica demoledora a la exposición, un insulto, que más hablaría de mi ética profesional que del proyecto expositivo. Pero, todo lo contrario, llamar idiota a Reencantamientos es entender a la perfección la naturaleza curatorial, la intencionalidad de los y las artistas que la conforman y la operatividad política del discurso expositivo. Pues su fin no es otro que el de desactivar las lógicas de exclusión y muerte con las que los poderes coloniales operaron a través de las instituciones históricas, educativas y culturales. Rosa Lleó nos convoca en Barcelona a una nueva sesión parlamentaria de la decolonización del museo.

Durante la preparación de la muestra, Nikki Luna visitó las reservas del museo para ver las colecciones de joyería procedentes de Filipinas. © Rosa Lleó Durante la preparación de la muestra, Nikki Luna visitó las reservas del museo para ver las colecciones de joyería procedentes de Filipinas. © Rosa Lleó

Decolonizar no es tarea sencilla. Más de 400 años de resistencia de los pueblos originarios son muestra de ello. El museo, enmascarado bajo la empresa de la preservación y el estudio, sigue operando como legitimador de las campañas coloniales europeas y de ese ejercicio de dar luz a Europa, mediante el total apagón de la vida y las realidades del resto de territorios. Es más que pertinente recordar aquí la nefasta cita de Hegel sobre África en la que afirmaba que la distribución de lo público en dichos pueblos se debía a la arbitrariedad del autócrata sobre el dominio de otros “salvajes iguales”: “Los reyes tienen ministros y sacerdotes, cuya tarea es practicar la brujería, dominar los poderes de la naturaleza y determinar el clima”. El capítulo de Hegel sobre la base geográfica de la historia no solo es testigo de cómo se formuló el racismo, sino, también, de cómo el racismo se fundamentó en la base divisoria de la cultura y la naturaleza, tal y como ha argumentado de forma extensa la antropóloga Marisol de la Cadena. Los africanos son salvajes o no racionales —idiotas—, porque valoran como elementos superiores a los agentes naturales: la luna, los ríos, las montañas… Es curioso que la unificación del mundo, para Hegel y el mundo colonial, según el progreso moderno, se impusiera a través de las “grandes divisiones”, destrozando por siempre la autosostenibilidad del planeta, persiguiendo y asesinando a los que mejor cultivaron la política del mundo.

Apertura de los cajones de la reserva del museo para la selección de cerámicas precolombinas —mientras se preparaba la exposición— con la artista Patricia Domínguez. © Rosa Lleó Apertura de los cajones de la reserva del museo para la selección de cerámicas precolombinas —mientras se preparaba la exposición— con la artista Patricia Domínguez. © Rosa Lleó

La palabra animista y el pensamiento colonial
Poderes eclesiales y científicos acuñaron el término animista para definir a las marañas vitalistas y ecológicas que los pueblos originarios compartían. Para estos, sus cosmovisiones no eran “religiosas” o “espirituales”, pues no había nada tras estas providencias, sino irracionales adoraciones a elementos sin alma. Por tanto, seguir utilizando la palabra animista para estas cosmovisiones es un continuo del pensamiento colonial, aunque, si es aplicado para destruir el epistemicidio cometido por la Ilustración, su utilización tiene toda la relevancia y pertinencia política. Como dice el curador Anselm Franke, “se debe usar el concepto de animismo como espejo de la modernidad, su comienzo, a la vez que se desactivan (disempower) las relaciones que el potente imaginario del término sostiene”.

Reencantamientos va más allá de este ejercicio especular. Se dirige a la práctica misma del reflejo, a la destrucción total mediante la transfiguración poética de las prácticas artísticas. Utiliza al idiota persiguiendo la genealogía conceptual que Deleuze y Stengers han construido sobre ella. La exposición persigue otra forma de hacer, que no pasa por la urgencia de establecer leyes universales de los saberes o las prácticas, sino porque nos detengamos un momento y reconozcamos que no tenemos el significado de aquello que conocemos. El murmullo, que es lo que el idiota hace frente a los defensores del saber absoluto, no deduce, crea. En tanto que el idiota no “cuenta” nada, no necesita de una explicación. Esta reside en el acto de transformación del acto creativo del propio acontecer. Si citamos “La propuesta cosmopolítica” de Isabelle Stengers, “hay que atreverse a decir que el murmullo del idiota cósmico es indiferente al argumento de la urgencia, tanto como a cualquier otro argumento. No lo niega, consiste solamente en una suspensión de los ‘y entonces…’ en los que nosotros, tan llenos de buena voluntad, tan emprendedores, siempre listos a hablar en nombre de todos, tenemos maestría”. La comisaria Rosa Lleó ha sabido orquestar a los artistas de la muestra para continuar una conversación planetaria de los “y entonces” gracias al murmullo de lo posible.

Reencantamientos. Artistas dentro de las colecciones etnológicas

Museu Etnològic i de Cultures del Món (sede Montcada). Hasta el 29 de septiembre de 2024

Exposición comisariada por Rosa Lleó, que propone una relectura de los objetos etnológicos conservados, partiendo de la creación contemporánea y dotándolos de nuevos sentidos y significados.

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