Barcelona Metropolis

De los 213.839 domicilios unipersonales, el 60,9% los ocupan mujeres, mientras que en el 39,1% restante viven hombres. La situación de convivencia de dos personas, que en décadas anteriores era mayoritaria, representa menos del 30%. Es destacable la fidelidad a la ciudad: el 72,4% de los mayores de edad llevan al menos 10 años viviendo en ella, y el 56,8% no han cambiado de barrio en el mismo período. También es estable el régimen de tenencia de la vivienda, con un leve predominio de la propiedad por encima del alquiler. Más de la cuarta parte de las personas propietarias no lo son de pleno derecho, porque les queda hipoteca por pagar.

El trabajo asalariado por cuenta de terceros es la situación laboral más frecuente entre los mayores de edad, seguida de la condición de jubilado o pensionista, que tiende al alza, mientras que uno de cada diez se define como autónomo con o sin personal contratado. Un cambio drástico: en treinta años los trabajos del hogar no remunerados han pasado de ocupar el 29,3% al 4,1%.

Aumenta el nivel formativo de la población: en más de la mitad de los hogares la persona que aporta más ingresos tiene estudios universitarios o posuniversitarios. También se incrementa el ingreso neto declarado de media por familia: en veinte años se ha doblado.

Desde hace tres décadas, la mitad de los barceloneses mayores de edad tienen el castellano como idioma habitual. La proporción de quienes tienen el catalán como primer idioma había sido similar, pero ha ido retrocediendo y marca mínimos del 36,5%. En paralelo ha emergido el capítulo “otros idiomas”, con el 7,4%. Respecto al catalán, se mantiene muy alta la capacidad de entenderlo (93,9%), hablarlo (74,7%) y escribirlo (61,7%).

En ideología, el grueso de la población de Barcelona se posiciona sobre todo entre la izquierda y la centroizquierda, se considera tan catalana como española, o bien más catalana que española y se declara no creyente o agnóstica.

El coche particular es cada vez más costoso de mantener y menos necesario en una ciudad con distancias cortas, aptas para hacerlas andando, y una densa red de transporte público: en veinte años ha descendido 11,5 puntos la proporción de los que tienen al menos uno en casa.

El acceso inalámbrico a internet desde casa se ha generalizado casi tanto como la posesión de teléfono móvil (que llega al 99,7% de la población de Barcelona de entre 18 y 74 años). No es extraño que la prensa digital y las redes sociales, con WhatsApp a la cabeza, vayan escalando posiciones como medio de información principal en detrimento de la televisión.

La economía personal encabeza la lista de los problemas percibidos como más graves durante los dos últimos años, coincidiendo con la crisis del coste de la vida desencadenada a raíz de la invasión de Ucrania. Al mismo tiempo ha reculado la preocupación por el paro y las condiciones de trabajo, lo que concuerda con la evolución del empleo. La inseguridad y el acceso a la vivienda, en las posiciones 2 y 4, son dos problemas altamente presentes en el debate público, que tenían escasa incidencia hace diez años.

La satisfacción de vivir en Barcelona se mantiene históricamente por encima del 7 con oscilaciones de décimas. Dentro de la calificación media de notable, el vecindario de Nou Barris es el más satisfecho y el de Sarrià-Sant Gervasi, el más descontento.