En la pantalla un pobre campesino griego consigue engañar a su burro gandul con una música de sirtaki interpretada por tres clarinetes que elevan unas notas juguetonas: siguiendo el ritmo, para no perder el compás, el burro se anima a hacer un largo viaje con las alforjas cargadas de pescados. Y, salvando las más que evidentes distancias, en algo se parece el truco del campesino al que utiliza el Ensemble Una Cosa Rara en su espectáculo Notes & Films, que el viernes presentó la formación en Vil·la Urània: los tres músicos juegan y hacen jugar a los espectadores, a los mayores y a los pequeños, y entre sonrisas consiguen explicar de manera muy amena cómo se hace la música, cómo se hacen las películas y cómo imagen y sonido acaban marcándose un baile juntos en la pantalla.
Primero, los tres integrantes del Ensemble hacen disfrutar al público con la música de sus clarinetes, después les explican la manera en que cualquiera puede construirse uno tan sólo con un tubo y un embudo. Y, para demostrarlo, no sólo lo construyen sino que lo hacen sonar.
Después el Ensemble pone música a una secuencia fílmica y nos demuestra cómo podríamos grabar una y que una película no es otra cosa que una serie de fotografías, que colocadas una detrás de otra crean la ilusión del movimiento. Y si hasta ahora Buster Keaton ha sido, desde la pantalla, un fiel compañero de la demostración de esta parte del espectáculo, después se aliarán con Charles Chaplin para constatar que con la música no hay suficiente y que también las películas necesitan una banda de sonidos. Y, una vez aclarado, explicarán cómo se hacían las bandas sonoras hace unos cuántos años cuando unos especialistas, a quienes se conocía como foleys, recreaban los sonidos en el estudio: con unos cocos, el galope de un caballo; con una regadora y un cubo de agua, el sonido de la lluvia.
Basta con poner la imaginación, al poder; y los clarinetes, en ristre.