Todas son mujeres. Un ejército de mujeres para hablar sore qué  representa ser mujer. Unas mujeres que han rebuscado en el pasado de las mujeres de sus familias para saber qué era ser mujer hace un siglo, para conocer cómo era vivir encorsetada, encerrada, oprimida. Y al frente de este ejército, Anna Maria Ricart, que es quien firma la dramaturgia de Barbes de balena y quien está firmando últimamente muchas de las dramaturgias que están triunfando en nuestros escenarios.

Anna Maria Ricart es periodista. Y trabajó durante muchos años a Catalunya Ràdio. Pero su pasión y su obsesión era el teatro. Así que trabajaba los fines de semana y durante la semana estudiaba en el Institut del Teatre. Hasta que lo consiguió. Y además por la puerta grande porque una de sus primeras adaptaciones (adaptar un texto es darle una nueva dramaturgia, una nueva lectura, una nueva escritura, para volverlo a subir al escenario) mereció un premio Max: lo consiguió en la edición de 2015 por Fuenteovejuna. Breve tratado sobre las ovejas domésticas.

También ha firmado las adaptaciones de Jane Eyre, que se pudo ver al Teatro Lliure interpretado por Ariadna Gil; o de la exitosa El metge de Lampedusa (también en el Lliure) basada en el libro Lágrimas de sal. Anna Maria Ricart también es autora y ha dirigido algunos textos.

También es mujer la directora de Barbes de balena, Mònica Bofill (compañera de viaje en muchas aventuras con Anna Maria Ricart y ayudante de dirección de muchos de los grandes nombres de nuestra escena), la coreógrafa Anna Romaní (habitual de la sala Maldà, quien está al detrás de Barbes de balena); la compositora, Ariadna Cabiró (pianista especializada en música antigua); y, evidentemente las intérpretes que suben al escenario: a Romaní y Cabiró se unen Núria Cuyàs, Laura López y Cinta Moreno.