No son buenas cantantes. Ni tampoco saben bailar demasiado bien. No son guapas. No son perfectas. Pero son Idols para miles de hombres japoneses que se dejan el sueldo –y casi la vida– para convertirse en sus fans más incondicionales. Si ellas son Idols, jóvenes japonesas que no acostumbran a tener más de 20 años y que pueden haber empezado en el negocio sólo con 10, ellos forman parte de un ejército de otakus, hombres de entre 20 y 50 que buscan –en los cómics, los anime y también en las Idols– una nueva manera de relacionarse con el mundo que les rodea, una nueva manera de ser hombres y de conectar con las mujeres, una nueva vía de salida para su sexualidad.

Esta es la versión, evidentemente articulada desde una reflexión de género y con una mirada feminista, que la directora de origen japonés Kyoko Miyake hace en Tokyo Idols (que se presentó en el Festival de Sundance) de una parte del fenómeno Idol que (a pesar de que no tengan casi presencia en este documental) también está integrado por grupos y artistas masculinos y que despuntó en el Japón ya hace unas cuántas décadas, hacia los años 60, en el momento más álgido del milagro económico que vivió el país después de la Segunda Guerra Mundial.

Las estadísticas dicen que hay cerca de 10.000 Idols niñas en el Japón y que mueven un negocio de merchandising millonario. Estas son algunas de los datos que ofrece este documental que resigue la vida de una de estas Idols, una que está llegando al final de su carrera (sólo tiene 20 años) y que busca convertirse en otro tipo de ídolo, en una J-popstar. Con ella y con el presidente de su club de fans, el espectador conoce cómo es este negocio en el que los otakus se pueden llegar a dejar mucho dinero sólo para conseguir participar en una de los encuentros posteriores con la artista, encuentros en las que tienen derecho a un apretón de manos estrictamente cronometrado (un gesto que hasta hace poco en Japón tenía una importante carga sexual ya que no estaba aceptado que hombres y mujeres pudieran tocarse) y a cuatro palabras amistosas. Todos las mismas, porque las Idols no pueden demostrar sus preferencias por uno de sus seguidores.

Muchos han visto (y esta es la tesis que parece defender el documental) estas Idols que mueven masas y millones en el Japón actual como unas modernas geishas, geishas en una era virtual en que las reglas son otras pero la mujer continúa siendo un objeto, un lujo, que algunos hombres se pueden permitir.

FICHA

Drector: Kyoko Miyake. Nacionalidad: Canadá-Reino Unido, Año: 2017.