Doce curiosidades en torno a la Feria de Santa Llúcia

La Feria de Santa Llúcia es el mercado de Navidad más antiguo que se hace en la ciudad: la primera referencia es del año 1786. En todos estos años, ha tenido tiempo de ser la protagonista de decenas de anécdotas, costumbres y curiosidades que merece la pena reunir.

La primera noticia, de 1786, se encuentra en una crónica que el barón de Maldà recoge en el dietario Calaix de Sastre. Habla de la venta de casitas de pesebre, figuras de barro y cartón, imágenes de santos y pastores, bueyes, mulas y otras bestias.

— El folclorista Joan Amades confirma la fecha de inicio de la feria en 1786.

— Ni las calamidades, como la terrible epidemia de fiebre amarilla que padeció Barcelona en 1860, impidieron la celebración.

— En el siglo XIX era conocida popularmente como la fira de les noies (la feria de las muchachas): se creía que era un buen sitio para concertar bodas porque iban muchas jóvenes. Por eso, las chicas de los alrededores acudían a la feria bien vestidas, enjoyadas y acompañadas de su madre, para ver si encontraban pretendiente.

— Antiguamente, en la sección de figuras de pesebre, había vendedores de muñecos de cartón que los accionaban tirándoles de un cordel. A pesar de no tener ninguna relación con el belén, los niños se embobaban con ellos y ayudaba a crear afluencia.

— En el siglo XIX la feria de pesebres solo se hacía tres días: por la Purísima y por Santa Llúcia, en la plaza de la Catedral, y por Santo Tomás, en las plazas del Pi, de Sant Josep Oriol y del Born.

— Los materiales para construir el paisaje, como el corcho, el musgo, el mirto y otras hierbas, se vendían en otra feria, en las escaleras de la Seo. Nuestros abuelos distinguían exactamente ambas ferias: la de pesebres y la de la hierba.

— Algunos escritos anteriores al siglo XX destacan que los verdaderos pesebristas no inauguraban el belén hasta Nochebuena, porque consideraban irreverente simular el misterio del nacimiento del niño Jesús antes de haberse producido.

— A principios del siglo pasado, según las fotografías que se conservan, los feriantes montaban los puestos colocando un tablón grande y unos sencillos estantes encima de dos capiteles. Protegían la cubierta con un entoldado rudimentario, impermeabilizado con aceite de lino, y se iluminaban con luces de petróleo o acetileno.

— Ramon Amadeu, uno de los figuristas más destacados del pesebrismo catalán, tuvo un puesto en la feria.

— En un poema de 1924, Josep Maria de Sagarra hace mención de la feria. Explica que se celebra en la plaza Nova, que irá con su amada y que los productos que se venden huelen a montaña. También enumera qué comprará para montar el belén: musgo, madroño, la figura de una molinera, una oveja y un pastor.

— Este año, la feria tiene 287 puestos distribuidos en cuatro sectores diferentes: 123 están dedicados a la venta de figuras y pesebres, 96 son de verde y adornos para el hogar, 64 van dedicados a la artesanía y también hay 4 espacios para la venta de instrumentos musicales.