Volver

Un retrato en blanco y negro de la violinista gallega

El violín de Sara Fontán, en solitario en la sala Hiroshima

Hace ya cerca de veinticinco años que va arriba y abajo con un violín entre las manos y ha pasado por todo tipo de proyectos musicales. El domingo, 11 de febrero, finalmente, tenéis en solitario a Sara Fontán (Foto: Elsabet Produccions-Tots Sants) en la sala Hiroshima.

Sí, la conocéis incluso en el caso improbable de que no hayáis escuchado nunca su nombre, porque ella y su violín han formado parte de propuestas tan interesantes e imposibles de ignorar como Arbol, Manos de Topo, La Orquesta del Caballo Ganador o el grupo Big OK, donde colabora con Paul Fuster y Edi Pozo, de Za!

Todos estos nombres ya os permitirán haceros una idea de por dónde va la música de Sara Fontán. Sí, ella tuvo una formación clásica y colabora también con músicos como Joan Colomo (con quien tocaba no hace muchos días animando la final del concurso de bandas noveles DescoNNecta, en los Lluïsos de Gràcia), pero lo que escucharéis en la sala Hiroshima posiblemente se parezca más a lo que hace en este vídeo o a lo que hacía el pasado febrero participando en el festival Emergència.

¿Lo habéis escuchado? Pues esto es el que pasa cuando dejáis sola a Sara Fontán con su violín y unos pedales electrónicos. No, no hace canciones, porque es un formato que se queda un poco corto para el talento de una artista intuitiva que se deja llevar por la música y que prefiere tocar de entrada y después, si hace falta, pensar.

Y es que los sonidos que produce Sara Fontán se asemejan, en un registro musical, a una pintura abstracta que es capaz de despertar mil emociones y sentimientos sin reproducir un objeto o un rostro reconocible. Os espera en la sala Hiroshima para enseñaros cómo suena la música cuando la persona que lo interpreta consigue olvidar todas las convenciones que ha aprendido durante su carrera. Toda una experiencia sonora.

Fecha de publicación: Jueves, 08 Diciembre 2016
  • Comparte